Crítica Malditos Bastardos




CRÍTICA MALDITOS BASTARDOS



Tal como reza la última línea del diálogo del film, recitada por el teniente Aldo Raine (Brad Pitt): "Creo que esta podría ser muy bien mi obra maestra"  y esta película sin duda alguna, es la obra maestra de Quentin Tarantino. 

 
Tarantino nos trae el film que siempre quiso hacer, el desenlace de la segunda guerra mundial a través de su característica visión en forma de ucronía. Como ya nos tiene acostumbrados, bebe del más clásico spaghetti western como el cine de Sergio Leone o el mismísimo Antonio Margheriti que es nombrado en la película. La historia que nos cuenta está dividida en capítulos y me gustaría decir que el primero, en mi opinión, es lo mejor que ha hecho Tarantino en toda su carrera. Nosotros sabemos desde el primer momento que el francés esconde algo y que el coronel Hans Landa (Cristopher Waltz) lo va a intentar averiguar. Cada vez que saca un nuevo tema de conversación sabemos que él tiene el control sobre todo, como si ya supiera lo que el francés le intenta ocultar, lo que hace que nos sintamos incómodos durante todo el capítulo. Esto se ve reflejado en dos pequeños detalles: cuando Landa saca su gigantesca pipa comparada a la de monsieur Lapadite nos da a entender la superioridad del coronel alemán. Mediante va avanzando el capítulo, los planos se van cerrando, al principio, tenemos una fotografía abierta, incluyendo toda la habitación en el cuadro. Cuanto más avanza la secuencia, el plano se va cerrando hasta el clímax en el que sólo nos queda las 
caras de los dos personajes.



El capítulo sirve para presentar a Hans Landa, el mejor personaje que Tarantino ha creado y que da nombre a esta página web. Según cuenta el mismo Quentin, no encontraba a ningún actor capaz de interpretar al coronel alemán hasta que un día fue a ver una obra de teatro y encontró al magnífico Cristopher Waltz, inmediatamente supo que el era el hombre indicado y no falló en su elección.

Pero Malditos Bastardos no es sólo el primer capítulo, es la violencia hecha poesía, un western en la Francia ocupada, escenas horriblemente fascinantes como el reencuentro de Landa y Shosanna, secuencias de acción increíbles, dinámicas y perfectamente hiladas como la del bar. Todo esto acompañado de los clásicos diálogos tarantinianos: largos, hilarantes y sorprendentes. Tampoco hay que olvidarnos de la espléndida banda sonora, que como siempre en el cine de Tarantino (excepto en Los odiosos ocho) es compuesta por anteriores soundtracks reciclados y canciones individuales.


La historia de venganza que construye Quentin en Malditos Bastardos es realmente memorable en todos los aspectos, lo que hace que sea una obra maestra sin precedentes y, subjetivamente, mi película favorita de este estupendo director.





          



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